#2 La silla vacía de la Emperatriz: luces y sombras a través del tarot
La lectura de cartas como herramienta para entender y explorar tu naturaleza, tus mecanismos de defensa y tu potencial
Cuando me llegó la menstruación, poco después de cumplir 10 años, interpreté que ser mujer y atractiva era peligroso. Aquel instinto de supervivencia provocó que me aferrara a la niñez y que ocultara mi feminidad. Pasadas casi dos décadas, la carta de la Emperatriz se instaló en mi vida para recordarme el tipo de mujer que me habitaba.
La primera vez que mi compañera de piso en México me leyó el tarot, me fascinó la posibilidad de descubrirme a través de la narrativa que los arcanos y otros símbolos construían. El arquetipo de la Emperatriz siempre aparecía en las lecturas, especialmente, cuando la tirada se centraba en mi esencia.
Justo en aquellos años en Ciudad de México, yo recibía un tratamiento para un desajuste hormonal, lo que me ayudó a redescubrir y afinar mi feminidad. Ese proceso significó un primer paso para rescatar a mi Emperatriz. Todavía faltaban muchas páginas en mi diario para que la prima hermana de Venus abandonara la carencia, dejara de mendigar y se enraizara en su jardín para permitirse que le brotaran las flores.
Si la Emperatriz hablara. (…) Cuando digo "crear", hablo de transformar: soy yo quien hace que se abra la semilla y brote el germen. Si empiezo a engendrar niños, puedo dar a luz a una humanidad entera. Si se trata de dar fruto, produzco todos los frutos de la naturaleza. Mi mente no se queda atrás: una palabra, un grito, y alumbro un mundo... Soy la mente creativa. Escuchadme y dejadme actuar en vosotros, pues os traigo la curación: cualquier problema, cualquier sufrimiento viene de un Yo trabado por la incapacidad de crear.
Fragmento de La vía del tarot, de Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa.
Aquella figura, sentada tan segura y tranquila en su trono, me miraba para recordarme la sensualidad, la creatividad, la autoestima, el amor incondicional, cualidades que yo había relegado a las sombras. El tarot lo sabía. Por eso, no todo eran cartas con coronas, lirios y regalos. Las copas derramadas, las espadas de confusión, los bastos de fuerza y los oros escondidos reflejaban mis monstruos, las máscaras con las que los enfrentaba y el potencial para vencerlos. A pesar de todo, ya contaba con una aliada en la tarea de atender mis necesidades y deseos, validar mis emociones y escuchar mi intuición.
El monstruo interior
Mucho tiempo después, cuando volví a España y pensaba que había vencido a los diablos, a los magos tramposos y a los emperadores autoritarios, los encontré dentro de mí. Sí, otra historia de una heroína que regresa con batallas internas pendientes. Los pilares caían hasta que me crucé con la carta de la Torre y mi estructura se desplomó. “Para que nazca la Emperatriz, la vieja Bea se tiene que romper y eso es lo que estás haciendo”, me dijo entonces una terapeuta.
Ella me enseñó la técnica de la silla vacía. “Sienta a la Emperatriz delante de ti y descríbela”, me pidió. “Grande, tranquila, abundante”, dije. Aquella tarde, mi cuerpo naufragaba entre un cuatro de copas y un 10 de espadas. “Cambia de sitio”, me ordenó. Como si viajara a otro tiempo y a otro lugar, me subí al trono. Parecía otra: más erguida, más llena, más mujer. Ese día, me sentí la Emperatriz y dije a la Bea que se caía las palabras que necesitaba.
Días de siembra
Todavía me esperaban días de oscuridad, silencio y reflexión. El Ermitaño y la Sacerdotisa me rondaban, a la espera de que aprendiera la lección que me tocaba en ese momento. La Emperatriz nunca se fue. Ella encarna la naturaleza y sabe que cualquier proceso de creación requiere sembrar las semillas bajo tierra para que se transformen y puedan florecer.
La soberana me guiñaba un ojo todas las noches. La cama de la habitación que había alquilado estaba coronada por La Venus del espejo, de Velázquez. A su lado, el cuadro de otra diosa clásica, sentada con las piernas abiertas y rodeada por árboles frondosos. Una Emperatriz en toda regla.
Tres ejercicios para conocer a tu Emperatriz:
¿Cómo es tu Emperatriz interna? ¿Qué desea? ¿Cómo disfruta? ¿En qué es abundante? ¿Cómo se cuida?
¿Qué estás gestando dentro de ti ahora? ¿Qué alimentas en ti?
Escribe cinco palabras que asocies con el arquetipo de la Emperatriz. Escribe un párrafo en primera persona y en presente con una historia que incluya todos los términos de la lista. ¿Cómo te has sentido al escribir? Anota tus reflexiones.
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#1 El año que encontré mi voz
El poder de ‘speak your truth’: cómo una frase transformó mi vida. Expresar tu verdad y vivir en coherencia
La primera vez que escuché la expresión “di tu verdad” fue en inglés y la sentí como si la hubiera esperado toda mi vida. “Speak your truth”, así, en modo imperativo. La frase me llenaba de dignidad, de legalidad, de derecho a la existencia.
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