#14 Dime qué cantas y te contaré tu historia (parte II)
Tres capítulos de mi vida en forma de clases de canto y canciones
Esta es la segunda parte de un artículo en el que explico cómo cantar me ha ayudado a conocerme, a conectar conmigo y a transitar experiencias emocionales. Cada canción llegó en el momento oportuno para liberar la carga que contenía y sentirme abrazada en el camino. Con cada tema, he comprobado cómo el arte nos ayuda a encarar el caos con belleza. ¿Sabes a lo que me refiero?
Puedes leer aquí la primera parte de este texto.
Una amiga me dijo una vez que, cuando me subía al escenario, parecía que me multiplicaba. Y es que la expresión personal a través del canto, el teatro, la pintura, la escritura… nos permite ocupar más espacio, no sólo externo, también interno: recoger las piezas que escondemos, reprimimos, olvidamos y ponerles un micrófono para que tomen la palabra. Como si habitáramos así todos los cuartos de nuestra propia casa.
Portugalete | ‘She used to be mine’ | Aires de supervivencia
A veces, la vida da giros inesperados. Después de unos años en Madrid, mi mundo cambió por completo y me encontré en un escenario nuevo. Una tarde, al salir de la estación de tren de Portugalete, a las afueras de Bilbao, escuché una canción desconocida: She Used to Be Mine, de Sara Bareilles. No sabía de dónde venía ni de quién era, pero se convirtió en mi canción desde ese momento. Me sentí la protagonista de una película en su punto más bajo, cuando la banda sonora suena y ella se promete que va a rescatarse.
Miré el Puente Colgante con el vacío de quien aún le faltan las palabras para explicar qué le pasa. De nuevo, una canción me esperaba para expresarlo por mí. Esa misma semana, mi nuevo profesor de canto me preguntó qué quería cantar. Yo todavía tenía la garganta llena de lágrimas, pero mi mente romántica pensó en Fly Me to the Moon, Tú sí sabes quererme o alguna bossa nova. Clásicos que siempre me rondan. Lo intenté, pero no pude. No quería. No me salía. Algo dentro de mí pedía otra cosa. Necesitaba cantar sobre mí; sobre la mujer que había sido, la que era y la que quería ser.
Entonces, me acordé de aquella tarde en Portugalete y de aquella canción. She used to be mine me ayudó a transitar el dolor y a sentirme sostenida. Aprendí que, como en la vida, no podía saltarme emociones al cantar. Que necesitaba liberar la pena antes de alcanzar la fuerza. Después, incluso en esa misma clase, pude entonar temas más ligeros, alegres, frívolos. Pasar a otra cosa.
Who'll be reckless just enough
Who'll get hurt
But who learns how to toughen up when she's bruised
And gets used by a man who can't love
And then she'll get stuck and be scared
Of the life that's inside her
Growing stronger each day
Till it finally reminds her
To fight just a little
To bring back the fire in her eyes
That's been gone but used to be mine
Bilbao | ‘Lía’ | Volver al cuerpo
Otro capítulo. Otra canción. Esta vez, ya no quería analizar mi historia, mis traumas o mis relaciones. Mi mayor guía y narrador ahora era mi cuerpo. Allí donde guardo mis emociones y mis pensamientos. Cuerpo de mujer. Sensualidad. Intimidad. Palabras clave que me rondaban. Entonces, pensé en Lía, de Ana Belén, con la que tanto practiqué ser mujer desde niña.
No sólo quería conectar con la canción, también con mi voz y con mi cuerpo. Tuve suerte: el profesor me propuso grabarla en su estudio casero. Cascos, micrófono y mi piel más presente que nunca. Fue la primera vez que conecté conmigo con esa intensidad, como si todas mis partes me acompañaran. Aquella conexión tan íntima me hizo sentir en casa.
Esta vez, canté para mí. Para oír la voz nueva que emergía de un lugar profundo, real, después de los días oscuros. No pensaba en nadie. Cantaba para mí.
Líame a la pata de la cama
No te quedes con las ganas de saber
Cuánto amor nos cabe de una sola vezLías cigarrillos de cariño y sin papel
Para que los fume
Dentro de tu pielLías la cruceta de esta pobre marioneta
Y entre lío y lío
Lía, lía
Madrid | ‘Todos me miran’ | El despertar de la loba
El autoconocimiento es como una cebolla: cuando crees que has llegado al centro, aparece otra capa. Después de atravesar la tristeza, pensé que ya dominaba el escenario. Me subí y, en lugar de alivio, apareció la rabia. Esa energía que arde en el cuerpo, que empuja, que nos desafía a escribir nuestra historia antes de que alguien más lo haga en nuestro nombre.
Esa mañana en Madrid, no dejaba de pensar en Todos me miran, de Gloria Trevi. Un tema que había bailado tantas veces en México, aunque siempre con más énfasis en el estribillo que en el resto de la letra. Ahora, cada palabra me atravesaba con furia. Mientras la profesora nos pedía que nos dejáramos llevar por las sensaciones físicas, que confiáramos en el cuerpo para encontrar la voz, yo no paraba de dar vueltas en mi cabeza. Sentía la urgencia de aullar, pero temía no ser capaz. Mi loba herida despertaba, pidiendo ocupar su sitio, precisamente allí, en mi ciudad.
La profesora me miró y se dio cuenta de aquella fuerza atrapada. Me provocó, me empujó, me desafió hasta que la contención se rompió y terminé cantando a gritos. Mi voz se hizo más grave, más intensa. Mi cuerpo se movía con coraje sobre el escenario, como si me perteneciera. Como si pudiera conjugarme con muchos más verbos que los que solía usar.
Entre el cansancio y la euforia, supe que algo en mí había vuelto a casa. Mi voz y la canción habían rescatado una parte perdida en mi interior que no había sabido reclamar. Aquello fue un ensayo, un adelanto de la vida ahí fuera, pero mi loba herida ya había probado lo que significa estar despierta.
Tú me hiciste sentir que no valía
Y mis lágrimas cayeron a tus pies
Me miraba en el espejo y no me hallaba
Yo era solo lo que tú querías verY me solté el cabello, me vestí de reina
Me puse tacones, me pinté y era bella
Y caminé hacia la puerta y te escuché gritarme
Pero tus cadenas ya no pueden pararme
Y miré a la noche, ya no era oscura, era de lentejuelas
Ahora me pregunto cuál será mi siguiente canción, mi siguiente temporada. ¿Qué será, será? Cualquiera que sea, espero contar con las herramientas para sentirla, expresarla y abrazarme en el camino.
¿Qué canción crees que vendrá después? ¿Qué cantarías tú ahora si pudieras liberar tu voz? Si quieres contarme, te leo en los comentarios. (Podríamos crear una lista con todas las canciones).